213. Diario de un escritor emérito

Con B

"Existe una tradición nórdica que consiste en no darle el Premio Nobel a Borges".

Jorge Luis Borges

19 de octubre

   Lo primero que se siente cuando uno se da cuenta de que ya no escribirá más es un inmenso alivio, algo así como bajarse de una exigencia y de un compromiso. Es claro, tanto la exigencia como el compromiso son imaginarios o, en el mejor de los casos, con uno mismo. En rigor, y más hoy, nadie está esperando nuevos libros de nadie. Si aparecen te enterás, decidís si les vas a echar un vistazo o los vas a leer -para ver cómo intentan sobrevivir los autores-, y listo.
   Las puertas de la libertad quedan abiertas.
   Con la idea de una obra terminada ya podés hacer lo que se te dé la gana: leer, no leer, no escribir, o escribir lo que quieras pero no para publicarlo. Hay en la publicación algo perverso. Se desea publicar. Y se queda pendiente de lo que se publicó como si el juicio de lectores y críticos fuese más importante que el propio. Entonces se corporiza el fantasma de una competencia.
   Si las cosas fueran así Joyce, Kafka y Borges se habrían suicidado. Ninguno de los tres recibió el Premio Nobel (en verdad esto los honra en tiempos en los que el Premio se daba sin ton ni son y por razones políticas antes que literarias), ninguno de los tres alcanzó una gran legibilidad ni tuvo gran cantidad de lectores en vida. El Ulises no agotó la primera edición, Kafka dio a conocer relatos pero no llegó a publicar sus tres novelas, Borges fue una rareza en un país en que el peronismo lo clausuró. Pero, pienso, creían en lo que hacían y eso fue suficiente para ellos. Esa es una apuesta. Una apuesta verdadera, grande, digna. Un escritor se juega la vida por su obra.
   Cuando pienso que el estadounidense Philip Roth, el húngaro Imre Kertész (Nobel 2002) y Alice Munro (Nobel 2013) ya han anunciado que dejaban de escribir me siento bien acompañado, no por la estatura de cada uno de ellos sino porque siento que mi idea de que se puede, y quizás se deba hacerlo, no es disparatada.

4 comentarios:

  1. No se da una idea en que momento me cae esta idea.

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  2. Mi vieja me pregunta ¿pero Martini quiere dejar de escribir? Yo, obviamente no sé que contestarle. Ojalá que no!

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