Decálogo del perfecto cuentista
Este decálogo de Horacio Quiroga gozó de gran repercusión durante largos años. En 1969 Julio Cortázar incluyó un trabajo llamado "Del cuento breve y sus alrededores" en su libro "Último round" en el que comienza señalando que salvo el precepto N° 10 los demás son prescindibles. En otro ensayo, "Algunos aspectos del cuento" (1970), Cortázar rescataba las obras de Payró, Güiraldes, Lynch y el propio Quiroga, pero -en virtud de sus propias ideas sobre el género- ya no le disculpaba este decálogo. Como sea, el Decálogo de Quiroga derrapa en algunos aspectos pero acierta en otros y vale la pena no olvidarlo.
I
Cree en un maestro -Poe, Maupassant, Kipling, Chejov- como en dios mismo.
II
Cree que su arte es una cima
inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin
saberlo tú mismo.
III
Resiste cuanto puedas a la
imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra
cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.
IV
Ten fe ciega no en tu capacidad para
el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia,
dándole todo tu corazón.
V
No empieces a escribir sin saber
desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres
primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.
VI
Si quieres expresar con exactitud
esta circunstancia: "Desde el río soplaba el viento frío", no hay en
lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de
tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o
asonantes.
VII
No adjetives sin necesidad. Inútiles
serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que
es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.
VIII
Toma a tus personajes de la mano y
llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les
trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos no pueden o no les importa
ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto
por una verdad absoluta, aunque no lo sea.
IX
No escribas bajo el imperio de la
emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal
cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.
X
No pienses en tus amigos al
escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no
tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que
pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.
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