The Nightmare, 1781
Hay que llamar por teléfono,
preguntarle a Julia, eso es lo que hay que hacer, lo que necesitás hacer: el
teléfono es un celular negro chiquito, igual a todos los celulares, a lo mejor
no es tan chiquito, pero no se ve bien la pantalla, ya no queda mucho tiempo,
todo lo que pasa alrededor muestra que no queda mucho tiempo, hay mucha luz, o
hay poca luz y el calor es fuerte. Ellos están mucho más cerca, sobre la calle,
por encima de la calle y van a bajar por un puente que termina en vos, un
puente que termina en mí pero no puedo llamar por el celular, no se ve la
pantalla, o no se ve bien, hay unas palabras en la pantalla: si pudieras leer
esas palabras sabrías cómo llamar a Julia para preguntarle lo que tenés que
preguntale y para que puedas llegar o salir de ahí, pero tus dedos son torpes,
es difícil moverlos pero sobre todo es difícil hacerles hacer lo que tienen que
hacer, marcar el cinco, ¿dónde está el cinco?, ¿dónde está el cuatro?, ¿dónde
está la tecla para llamar? ¿Por qué los dedos no llegan nunca, se traban o se
demoran o tropiezan?, ¿con qué tropiezan los dedos? Desde el puente comienzan a
soltarse y a rodearte, ellos, caen a tu alrededor, los que vienen a buscarnos,
porque ahora te das cuenta de que tu hermana está con vos, tu hermana cuando
era chiquita, y uno de ellos la agarra de un bracito y tironea. Si Julia
supiera esto te llamaría ella, te llamaría para decirte qué hay que hacer y
para que les diga que suelten a tu hermanita, que te dejen respirar, el sudor
te cae por la cara y por los ojos, la pantalla del teléfono no se ve bien y el
sudor no te deja ver bien la pantalla del teléfono: por eso hacés más fuerza
con los dedos y los dedos no llegan a las teclas que por otro lado están en
cualquier orden, si es que es un orden, porque tampoco se entiende, y entonces
el miedo es miedo y no hay nada que hacer, ya no hay nada que hacer...
Lady Macbeth
with the Daggers, 1812
* Y si no, estamos en una ciudad
conocida, en otro país, una ciudad que yo conozco pero los otros no, vienen
conmigo y son mi familia: Julia no es de mi familia, yo sé, pero ahora es de mi
familia, una prima, yo conozco bien esta ciudad y caminamos, vamos al puerto,
los otros, y Julia, y una hija de Julia que tiene cuatro años: la ciudad es
Venecia y llegamos al puerto de Venecia, la hija de Julia empieza a llorar,
quiere algo pero Julia no se lo da, los otros miran el puerto de Venecia que no es
el puerto de
Venecia, no es o no parece el
puerto , pero al mismo tiempo es como si fuera el puerto de Venecia, con unas
vereditas que van de muelle a muelle, angostas, sin barandas, sin pretil, como
esos puentes en Venecia que no tienen barandita, o sea puentes sin pretil y hay
agua de los dos lados, en esos puentes y en el puerto , pero no hay barcos
en el puerto
de Venecia, están todos afuera del puerto, en el mar, porque son barcos grandes
que no entran en el puerto. Estamos en un lugar parecido al Arsenal, con sus
torres de ladrillos y sus estatuas en la puerta, y ese puente que va de torre a
torre en el antiguo astillero pero todo es más chico que en la realidad, el puerto de Venecia es
inmenso, no es el Arsenal: ahí se hacían los barcos de Venecia para la guerra,
no se los anclaba, a esos barcos a remos, para remos, cien remos, doscientos
remos, y no se los anclaba: la hija de Julia llora mucho, grita, pero ella no
le puede dar lo que la nena quiere, los otros se fueron más lejos y eso es
peligroso, si no pueden volver vos tampoco vas a poder volver, y menos ahora
que el puerto
de Venecia ya no es el puerto
de Venecia, es otro puerto, el
puerto de una ciudad que yo no conozco, y es un puerto
inmenso, no alcanza la vista para verlo todo, pero adentro de ese puerto están
los barcos que no podían entrar al puerto de Venecia: los otros no vuelven y
Julia le dice a la nena que se calle,
después le grita y después le pega,
y después me dice que yo tengo la culpa de todo porque si no fuera por
mí no estaríamos en ese puerto de mierda de una ciudad que nadie conoce.
The
Night-Hag Visiting Lapland Witches, 1796
* Ahora él se escapa, no sabe cómo
lo consigue, no sabe cómo hace para salir de esa casa que no es una casa sino
algo macabro, acaba de ver el espanto en esos pasillos y sale al bosque, a la
noche, hace frío y llueve, pero ya está, se escapó: abrió una puerta y había
otra puerta y después una ventana de barrotes de hierro pero salió al bosque,
era de noche, es de noche, no llueve pero en seguida llueve a cántaros y él
respira con alivio porque se escapó. Ahora entiendo que él soy yo y que no
tengo que distraerme porque van a salir a buscarme y tengo que escaparme, irme
muy lejos, esa gente me va a encontrar, vaya donde vaya lo van a encontrar, no
hay descanso, no hay alivio, él corre a través del bosque a oscuras, se golpea
contra las ramas bajas de los árboles y pronto le sale sangre de la nariz, de
la nariz y de un oído, mucha sangre que cae sobre una chaqueta militar, una chaqueta
del ejército francés de la primera guerra mundial: eso lo sé y esa gente viene
con máscaras antigases y con armas y él sigue adelante, no ve nada, se cae, me
caigo, pero a pesar de la lluvia la tierra está seca y trato de encontrar un
pozo, una cueva, un hueco en el tronco de un árbol para esconderme: también
tiene perros, esa gente, sé quiénes son: enemigos, uno de cada clase de todos
los enemigos que hay, se los ve ahora, los veo, sin las máscaras, con abrigos
de seda, anteojitos de oro y risas corteses en los labios pintados de colorado,
quieren hacerse pasar por futuros amigos, brindemos por la amistad futura,
parece que dijeran pero yo no quiero brindar, quiero seguir corriendo por este
puente que apareció de pronto, un puente sin barandas y a los dos lados el
abismo, la nada, el lugar donde no hay que caer porque es el peor de los
lugares, el lugar en el que Julia sufrirá más, Julia es mi hija y tengo que
sacarla de ahí ahora mismo, tengo que llegar al otro lado del puente y todo
habrá terminado, sí, pero veo que el otro lado del puente está cada vez más
lejos, más lejos, y que ya no vamos hacia allá, ya no voy hacia allá porque hay
una escalera que baja del puente y estoy bajando del puente y al final de la
escalera, en la calle, están todos, los enemigos, esperándome con las copas en
las manos para que brindemos por el futuro cuando llegue abajo me van a matar...
* Imágenes de Johann Heinrich Füssli (Zürich 1741-Londres 1825)
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