127. Hermann XX


   En la siguiente reunión no estuvieron ni Gustavo Ferguson ni Florencia Dillon. Ferguson dijo que justo tenía que ir a Campana y Florencia que estaba engripada. Así que a la hora señalada la única que llegó fue María Lanús con su tablet y una carpeta con papeles además de un morral de Armani que probablemente se había traído de la campaña de publicidad que se había grabado en Moscú. El humor de Sivori seguía maltrecho pero María estaba exultante. Eran sólo ellos dos, así que él se sentó en el sillón de costumbre y María pasó del Miller en el que le gusta expandirse al sillón idéntico al de Sivori y que está frente a él, de espaldas a la ventana. Entonces él mueve la mirada de los pinos altos que hay en el jardín del edificio hacia los destellos que el sol saca en contraluz del pelo de María. Y vuelve a los pinos. Y así.
   No sabés lo que encontré, dice ella.

*

Anexo


Él, por su parte, en la tintorería de la vuelta se encontró de casualidad con un vecino del barrio con el que se conocen más que nada de vista y resulta que los padres del vecino también nacieron en una casa que estaba por Güemes. Este hombre le dijo a Sivori que él les había escuchado hablar a sus padres del incendio de la esquina de Santa Fe y Armenia. Iba a tratar ahora de enterarse si su madre, que todavía vive, se acuerda cuándo fue. Pero sí tiene presente, el vecino, que oyó un día que el que sabía bien cómo había sido el incendio había sido Jesús.
Si recordamos el relato de Miguel en el que había fijado las fechas en que habían entrado los cuatro mozos clásicos de Hermann veremos que Jesús, como casi todos, había llegado al restaurante en 1982. Con el paso del tiempo se había convertido en un personaje huraño, no se le entendía muy bien lo que decía, carrileaba por el pasillo paralelo a Armenia más cerca de las ventanas, caminaba despacio, quizás estaba enfermo, y salía muy seguido a fumar en la puerta de la esquina.
Sivori al principio elegía otras mesas, no las que atendía Jesús, pero con el tiempo se fue acostumbrando a sus manías y a sus rezongos y de vez en cuando se sentaba en una de sus mesas... Y ahora resulta que Jesús sabía.
Fue a fines de 2012 que Jesús se jubiló. Y dos meses después, en febrero de 2013, se había muerto.

*

   María está vestida con calzas negras, una pollerita gris y mínima, y un inmenso sweater también negro y con el cuello volcado. Es obvio que sus borcegos vienen de Milán, por ejemplo, o de Berlín.
   Mirá, dice.
   Se inclina hacia Sivori y le da la carpeta que traía junto a su tablet.
   En la carpeta están los Considerandos y la Resolución por la cual se declara a Hermann Sitio de Interés Cultural. Pero no es esto lo que más lo impresiona a Sivori.
   En una hoja aparte, con letra manuscrita de la propia María Lanús, dice:

El incendio
En la madrugada del domingo 23 de septiembre de 1923 se produjo un incendio en la esquina de Santa Fe y Armenia. Empezó en el sótano donde estaba el depósito de la mueblería que había entonces y lo sofocaron los Bomberos. El inmueble resultó completamente destruido.
Poco después, en 1924, Pedro Rodríguez Rey compró el terreno y contrató a los arquitectos Pibernat y Loizaga para que hicieran otro edificio. En 1925, por fin, se instaló la confitería y bar El Sol. La cronología, para usar tus palabras -había escrito María-, es desde entonces la que conocemos.

   Sivori se quedó mudo. Leyó y releyó varias veces la Resolución y, sobre todo, el informe de María sobre el incendio.
   ¿Dónde conseguiste esto?, le preguntó.
   Ella se incorporó y se le sentó en los muslos.
   En el Archivo de la Comisión de Cultura de la Legislatura de Buenos Aires, dice, y le pasa los brazos alrededor del cuello.
   ¿Qué hacés?
   María, lentamente, le acerca los labios.

~Y de esta manera llega a su fin la Primera Parte de la novela de Hermann~
(La novela gráfica y blogspostera Vida Real 3.0 sigue su curso y no se descartan nuevas aventuras de nuestros héroes)

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