122. Hermann XIX


   Sivori mira el ombú, o la magnolia, nunca supo bien qué es. Está de un humor turbio a pesar del día magnífico. Se sentaron en la terraza de La Biela, a pleno sol, pero las reuniones en las que ahora participa Gustavo Ferguson, que vive a dos pasos de La Biela, le parece, están complicando todavía un poco más la interna de su mini staff de asistentes. Es obvio que Florencia Dillon y María Lanús se llevan cada día peor, o que ya no se llevan, y compiten, María pendiente de Sivori y Florencia, ahora, con Ferguson, que será el productor de Hermann y con quien ella quiere hacer La invención de Morel. De todas maneras hay que saber que ella si quiere hacer con alguien La invención es con Sivori. Pero no está jugando mal sus piezas y como en una partida de algo va logrando posiciones consistentes. Por eso Sivori, hoy, no tiene ganas de hablar, no tiene ganas de seguir contando la información que ha conseguido para Hermann y la decisión inquebrantable de realizar un semi documental a cámara fija con los dueños del restaurante y los tres mozos históricos que quedan. Y mira el ombú, Sivori, o la magnolia. Es un ombú.

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Anexo


Miguel dice que entró en Hermann en 1968 cuando tenía 16 años. Entró en la cocina. Sólo catorce años después, o un toque más, llegarían Benito, Jesús y Alberto. Desde 1982 pasó seis años en el Hermann llamado Nuevo, un desprendimiento del original situado a una cuadra, en la esquina de Armenia y Güemes. Después abrió su propio restaurante, Miguel, por Cabello enfrente del Hospital Fernández: Variedades. En 1977 volvió al Hermann original y en algún momento tuvo una enfermedad que le hizo perder una pierna. Hoy sigue batallando por el carril que pasa junto a los apartados para atender las mesas de adelante, las que dan a Santa Fe o están frente a la puerta. Benito entró en 1982 y un poco después se sumó Jesús, que merece un párrafo aparte. Alberto llegó en 1983. Y salvo Jesús los demás siguen al pie del cañón en el local de Manolo Barral y Cosme Bujal.

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   Sivori escucha los comentarios de Gustavo Ferguson a favor de hacer ya mismo La invención de Morel y preferiría no estar sentado allí, mirando ese árbol, o esa planta, nunca supo muy bien cuáles de todos esos son árboles y cuáles plantas, ombúes, magnolias y gomeros. Florencia finge una simpatía y un entusiasmo que Sivori sabe de lejos que son falsos y María toma notas en su tablet. Por fin, antes de levantarse como quien va al baño, adentro del local, y de desaparecer por la puerta de Quintana hacia Callao, sin más, sin avisarle a nadie, como para que los tres, Ferguson, Florencia y María se pregunten dónde diablos se metió, hace una seña, pide un café y la cuenta. Tengo otra reunión, dice.
   El ombú y la magnolia son plantas.
   La magnolia da flores magníficas, por lo general blancas o más o menos blancas.
   El ombú da una flor chiquita tirando al amarillo.
   El gomero es de origen asiático y es llamado también Árbol del caucho.
   El que está en la Recoleta, junto a La Biela, es un gomero que fue traído de la India por los frailes Recoletos de la orden de los franciscanos en el siglo XVIII.
   Es decir, eso: un gomero en curso hacia los 300 años.

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