93. Hermann XII


   No vamos a entrar en detalles. No vamos a contar ni cronológicamente ni paso a paso las reuniones en las que les explicó, Sivori, a Florencia y a María cuál era la película que quería hacer sobre Hermann porque ya cambió de idea, como era previsible, y a veces ahorrarle trabajo al narrador y permitirle formar parte de las dudas y certezas no está nada mal, Pero así fue. Sólo señalar, para no perdernos, que había imaginado que uno de los entrevistados a cámara fija fuese Alberto, uno de los mozos y un testigo que lleva en Hermann 30 años.


   En segundo lugar quería, Sivori, que interviniese en la película la mujer que vende ropa interior frente a las ventanas del restaurante por Armenia, una mujer de la que no sabe, Sivori, si es nativa o no porque a veces le parece que es china o que tiene rasgos chinos. En cualquier caso, esta mujer, que todos los mediodías entra en Hermann para ir al baño, vende bombachas y corpiños en tallas grandes, cree Sivori, Large o Extra Large, sobre todo, y lo cree por el tamaño de las tazas de los corpiños cuando la mujer los despliega ante las clientas. Más allá de esto ella tiene su clientela y Sivori había pensado, en un primer momento, en el interés de una mirada no comprometida históricamente sino de manera circunstancial con la esquina de Santa Fe y Armenia.


   Y por último Sivori había pensado en Luis, el florista que tiene un kiosco con las mejores flores de Palermo a media cuadra de Hermann por Santa Fe entre Armenia y Gurruchaga. Luis lleva muchos años con su kiosco allí, abierto día y noche los 365 días del año, como se dice, y siempre va a Hermann, o bien a comer algo liviano, de dorapa en un costado de la barra, o al baño, o a darse una vuelta cuando casi no hay trabajo. Luis es cordial, simpático y habla: le preguntás y te cuenta con detalles, por un lado, y agrega, por otro, más detalles inesperados. Luis, puede decirse, conoce a todo el barrio. Sivori ha visto, por ejemplo, a la ex ministra Nilda Garré, que vive a la vuelta, cuando estaba en Defensa, hacer detener su auto y el auto de la custodia, una mañana, para comprar flores.
   Pero esa primera idea, de Sivori, no corre más.

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