El día estaba nublado, a las dos de la tarde, pero no hacía frío. Florencia Dillon, María Lanús y Sivori se sentaron en una banco de madera verde. Sivori dijo que por fin, en 1966, el fondo de comercio lo compraron Manuel Barral, Cosme Bujal, y otros socios que ya se retiraron o murieron. Barral y Bujal conservaron el nombre de Hermann y armaron una carta que ofrece algunos platos típicos alemanes, algunos italianos y otros porteños.
Encontré en Internet, dijo después María Lanús, la Resolución que en el año 2000 destacó a Hermann como Sitio de Interés Cultural.
Le dio una copia a Sivori.
Él leyó con detenimiento dos o tres veces la Resolución 277/2000.
Mientras tanto no voló una mosca. Florencia y María no se hablaban. Tenían enfrente el Indicador Meteolológico y no dejaban de mirarlo como si no hubiera nada más que mirar o para evitar que sus miradas se cruzaran.
Aquí dice, dijo Sivori, que un incendio destruyó totalmente la esquina...
María y Florencia giraron apenas las cabezas para mirar a Sivori.
Sí, dice María. Y que el dueño del local llamó a un par de arquitectos reconocidos para levantar otro edificio...
¿Cuándo fue ese incendio?, preguntó él.
*
Anexo
El Indicador Meteorológico fue un regalo de la colectividad austro-húngara a la República Argentina con motivo del Primer Centenario de la Revolución de Mayo. La obra se le encargó al ingeniero José Marcovich, húngaro con ascendencia croata, que la construyó en Austria con mármol de la isla de Brac, en el Adriático. El Indicador se emplazó originalmente en la esquina de Perú y Alsina. Después fue trasladado a la Plaza Rodríguez Peña. Y por fin llegó al Jardín Botánico. En estos traslados todo el instrumental sofisticado que formaba parte de la obra fue saqueado, los nichos que lo contenían quedaron vacíos y la columna sufrió el paso del tiempo sin ninguna restauración. En 2009 las comunidades austríaca y húngara resolvieron hacerlo y poner en valor el Indicador.
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