100. Hermann XIV


   Busco y busco, dice María Lanús, y no hay casi nada: una página del gobierno de la ciudad y un blog tienen un par de comentarios copados, pero antes de la década del '40 no hay nada.
   Sigue comiendo sus gnocchi al filetto mientras busca sin éxito datos en Google.
   Eso ya lo hice yo, dice Florencia Dillon, visiblemente molesta y sigue hurgando con el tenedor en su arroz con pollo pero casi no come.
   Sivori se da cuenta o cree que se da cuenta de la situación. Su matambrito al verdeo está hoy realmente tierno, realmente sabroso, y a él le gusta buscar por abajo de los trocitos de carne y de las papas noisette los pedacitos de cebolla de verdeo.
   Por eso le parece, a pesar del ruido y de las confusiones, que conviene insistir con el tema de la cronología:
   A partir de 1940 el dueño del local, un tal Rodríguez Rey, se lo alquiló a unos alemanes que se llamaban Hermann...
   Entonces se da cuenta, Sivori, de que será difícil sino imposible remontar la charla sobre la película: Florencia querría en este momento borrar del mapa a María y para tratar de disimularlo vuelve a hablar de La invención de Morel.
   No está todo perdido, dice. Quedamos en que cualquier cosa volvíamos a reunirnos y si ellos todavía no tienen ningún compromiso con los derechos para el cine podríamos seguir definiendo el proyecto.
   No quiero hacer La invención ahora, dice Sivori.
   En realidad, continúa Florencia, ellos están dispuestos a ceder los derechos y a aceptar una interpretación libre. El tema es el precio.
   No responde, él, y se concentra en su plato.
   Estas reuniones hay que hacerlas en Hermann al mediodía y si no a cualquier hora en su casa. Y habrá que tener en cuenta que en cualquier momento se incorporarán un director de fotografía, un iluminador y un sonidista: piensa Sivori.
   A mí me gusta la idea de hacer Hermann primero, dice María Lanús.

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