66. Gatsby


Joseph Christian Leyendecker fue un gran ilustrador de la primera mitad del siglo XX. Durante muchos años trabajó para la revista Saturday Evening Post y a él se deben, además, las figuras popularizadas de Santa Claus, el nenito que representa el Año Nuevo y la imagen de los Reyes Magos. Esta ilustración es un aviso publicitario para Arrow Dress Shirts and Collars aparecido en 1929. La imagen está hoy en la tapa de la edición de Anagrama de la novela traducida por Justo Navarro.

   ¿Qué es lo que hace de "El gran Gastby" de Francis Scott Fitzgerald la excelente novela que es y no un pastiche vulgar y silvestre? ¿Qué la rescata de la obviedad y el melodrama? ¿Qué es lo que hace que episodios increíbles sacudan al lector con emociones verdaderas?
   No hay una sola respuesta para todas estas cuestiones. Y aquí se esbozarán sólo algunas hipótesis. Para eso es necesario resumir en pocas líneas la trama:
   A los 22 años Jay Gatsby, un hombre sin recursos alistado para participar en la Primera Guerra Mundial, se enamora de la bellísima Daisy Fay, un chica rica y caprichosa de 20 años. Tienen un breve romance y él debe irse a Europa. Cuando vuelve se entera de que Daisy se ha casado con un hombre también joven y rico, Tom Buchanan, que tiene una casa en Long Island frente a la bahía. Gatsby se enriquece de alguna manera entre misteriosa y obvia, reúne una fortuna colosal, se compra un palacio enfrente de la casa de Daisy y Buchanan laguna de por medio, y da fiestas colosales, infinitas, a las que concurre medio mundo y donde se bebe todo el tiempo champagne, se baila jazz y se intercambian parejas con naturalidad. Pero el único objetivo de Gatsby es recuperar a Daisy.
   Hasta que un día aparece en una casa vecina Nick Carraway, otro hombre de pasado tan cierto como incierto, y a través de él Gatsby llegará a Daisy. A partir de allí queda configurado un enredo de romances que incluye a todos y además a Jordan Baker, que se enamora de Nick, a George Wilson que tiene un miserable taller mecánico, y a Myrtle Wilson, mujer de Wilson que es la amante de Tom Buchanan.
   Bien. Una de las cosas que hay que decir es que es este tejido el que arma y sostiene el final de la novela y que el final de la novela es el núcleo y el objetivo del libro de Fitzgerald. Todo en esta historia está pensado para que ese final sea posible.
   Otro recurso: Nick Carraway es quien cuenta la historia en primera persona. Es decir, todo lo que él puede contar es porque se lo han contado o porque lo ha vivido. Por eso depende de tantas revelaciones como algunos personajes le irán haciendo. Y lo que hará Carraway es contar los hechos y sus interpretaciones en una línea no cronológica sino alternando tiempos según le convenga a la estructura toda del relato. Como si se dijera: para obtener tal efecto o para llegar a tal punto este hecho hay que contarlo después (o antes, según) de tal otro.
   Con otras palabras: la pericia con que a sus 29 años Fitzgerald construye el punto de vista desde el que se cuenta "El gran Gatsby" empieza pero sobre todo termina por deslumbrar. Un solo ejemplo: hay que pasar el primer cuarto de la novela, unas 50 páginas sobre un total de 200, para que aparezca el propio Gatsby y no sólo las historias posibles o delirantes que circulan sobre él.
   Después, y siempre, está la tragedia. Sus leyes y el cumplimiento de sus leyes son los pivotes que harán que un final inverosímil se vuelva absolutamente aceptable y más: en el único final posible, el mejor para que la historia se inscriba en la tragedia y no en el folletín (http://es.wikipedia.org/wiki/Tragedia).
   Y recorriendo todo este entramado de romances, traiciones, celos, mentiras, frivolidad, hastío, glamour, soledad y angustia se encuentra el instinto, por no decir la intuición, para apresar en cada palabra, en cada escena, en cada giro el espíritu de su época. "El gran Gatsby" es la historia de la era del jazz, los locos años veinte, The Roaring Twenties y así, y es la historia de un segmento social entregado a los fastos de la opulencia, entre 1922 y 1929, que incluían tirar la casa por la ventana y desparramar irresponsabilidad y glamour. Como si todo fuera posible.
   Pero no todo es posible.
   Y Gatsby pagará ese precio, y al pagarlo rescatará su figura del melodrama y la inconsistencia para convertirse en el más desamparado de los héroes trágicos de la novela estadounidense del siglo XX.

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