León Tolstói (1828-1910) por I.E. Repin, 1909
Todos
mienten, dice House hablando de sus pacientes. Y yo digo: todos los que
escriben memorias y autobiografías mienten. No digo que lo hagan
deliberadamente. O por lo menos no en todos los casos. El problema es que la
memoria miente. Y a veces tergiversa, la memoria, deliberadamente o no, el
papel de cada uno en los hechos pasados. Soy un escritor de ficciones y amo las
buenas ficciones: cuentos, relatos, novelas. Pero en los últimos tiempos he
comenzado a pensar que es quizás en los diarios de escritores donde a veces se
encuentran las mejores y más estimulantes ficciones o esbozos de ficciones. Y
un despliegue ilustrado del arte de narrar.
Recuerdo
por ejemplo los diarios de Tolstoi, Kafka, Pavese, y ahora el de Piglia que anticipó
fragmentos en Babelia, el suplemento literario del diario El País de España,
creo que en 2011.
Inevitable
también mencionar casi al azar las Bitácoras de Cristóbal Colón, los breviarios
de Leonardo, los diarios de Stendhal y de Mansilla, el breviario de Schubert,
los diarios de Anäis Nin y Peter Handke, las notas y cartas de Chandler, los
diarios estremecedores y luminosos de John Cheever y el diario de sueños de
Graham Greene entre otros, con perdón de mi memoria tan falible como todas las
memorias. Ahora cito como una especie de lector saltimbanqui.
*
* Tolstoi:
“Después
pensé en un cuento sobre un hombre que siempre ha buscado lo bueno de la vida
en la ciencia y en la familia, y en el monasterio, y en el trabajo y en la
simpleza de espíritu, y que muere con la conciencia de una vida perdida, vacía,
fracasada. Él sí es un santo”.
“Murió
a las 3. Lo lamento mucho. Lo quise mucho”.
“Ella
es definitivamente digna de compasión y muy difícil. Hace un momento, en la
tarde, se puso a hablar de las fotografías, desde su enfermizo punto de vista,
es obvio. Yo intenté mantenerme al margen. Y me fui”.
Franza Kafka (1883-1924)
* Kafka:
“Comenzó
una carrera en los bosques. Todo estaba lleno de animales. Intenté restablecer
el orden”.
“Don
Quijote debió emigrar, toda España se reía de él, no podía permanecer allí.
Viajó a través del sur de Francia, donde encontró de vez en cuando gente
amable, con la cual trabó amistad, cruzó en medio del invierno con esfuerzos y
sacrificios grandes los Alpes, marchó después por la llanura baja de Italia,
donde sin embargo no se sintió bien, y finalmente llegó a Milán”.
“Hace
unos días, Leonie Frippon, cantora del “Stadt Wien”. El peinado era una masa
contenida de rizos. Mal corsé, vestido muy viejo, pero muy bonita con sus
ademanes trágicos, el aleteo de los párpados, esa manera de echar hacia afuera
las largas piernas, los movimientos de los brazos a lo largo del cuerpo, bien
estudiados, la significativa rigidez del cuello en los pasajes de sentido
ambiguo. Cantó : Colección de botones en
el Louvre”.
Cesare Pavese (1908-1950)
* Pavese:
“Ella
que escapa siempre, voluble, de la compañía; se levanta de la mesa, interrumpe
conversaciones, va al teléfono, etc., y a quien le echa en cara sus deberes, le
responde: “La culpa es tuya, que no sabes interesarme y obligarme a estar
sentada”.
“¿Qué hay en suma en mi idea fija de que todo
consiste en el secreto y amoroso “en sí” que cada criatura ofrece a quien sabe
penetrarla? Nada, porque jamás pude realizar esa amorosa comunión”.
“Todo
esto da asco.
Basta
de palabras. Un gesto. No escribiré más”.
Ricardo Piglia (1941)
* Piglia :
“Había
dejado de tomar alcohol y tenía pequeñas perturbaciones que me producían
efectos extraños. No lograba dormir y en las noches de insomnio salía a caminar
por las calles vacías. El pueblo parecía deshabitado y yo me internaba en los
barrios oscuros, como un espectro. Veía las casas en la claridad de la noche,
los jardines iguales: oía el rumor del viento entre los árboles”.
“Hay
un mendigo que pasa la noche en el estacionamiento del restaurant Blue Point,
al fondo de Nassau Street. Tiene un cartel en el pecho que dice: “Soy de Orión”
y viste un piloto blanco abotonado hasta el cuello. De lejos parece un
enfermero o un científico en su laboratorio. Ayer, cuando volvía de una de mis
caminatas nocturnas, me detuve a conversar con él. Ha escrito que es de Orión
por si aparece alguien que también es de Orión. Necesita compañía. “Sólo
personas de Orión, Monsieur”, me dice. Cree que soy francés y no le he
desmentido para no cambiar el curso de la conversación. Al
rato se queda en silencio y después se recuesta en el alero y se duerme. Tiene
un carrito de supermercado en el que lleva todas sus pertenencias”.
“Creo
que me adormecí porque me despertó el teléfono y alguien que conocía mi nombre
y me llamaba Profesor con demasiada insistencia, se ofreció a venderme cocaína”.
*
Por
todo lo dicho, lo dicho: La ficción y los diarios de escritores y artistas son
la materia esencial de la
literatura. Si existe la verdad o algo parecido a la verdad
está en la ficción. Y
en el arte de narrar en un cuento o en una novela. Y en los diarios de
escritores.
* Esta nota se publicó por primera vez en el blog de Telam hace un par de años.
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